Como no hay mal que cien años dure, el amor se termina apagando. Una hoguera ardiente al principio, un pequeño resquemor de ascuas al final. Y todo lo que antaño era felicidad ahora nos causa tremendo dolor.
Ésto último también forma parte del amor. El DOLOR. Un dolor que no se siente físicamente pero que te asfixia, te oprime el pecho, te va devorando desde dentro, un deseo aun no alcanzado por nadie, una situación incómoda, improvisadas sonrisas interrogantes con un ¿¿Qué...?? Yo tampoco sé cómo hemos llegado a esto. Un tremendo vacío sin nada con que llenar. Un frío espacio, oscuro, anidado de telarañas a la caza de una ingenua esperanza o una pequeña llama que ilumine y nos de un poco de calor.
El amor también puede doler, y cuando se vive intensamente, puede doler hasta morir.
Cada día que paso sin ti es un eslabón que se quita y una espina que se añade
a la cadena que me oprime y envuelve...
... que me duele ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario