Pasan los días inevitablemente, como cuando caen las hojas en otoño, y poco a poco el frío y el invierno me van calando hasta el motor del cuerpo. Quieres ser mi amiga, y yo te digo que el calor de la amistad no es suficiente para que me vuelva inevitablemente a quedar helado.
También se va congelando tu recuerdo, que como ya no es tan claro como el agua, se va hundiendo poco a poco en el mar de mi memoria como todas las cosas densas lo hacen en un fluido permeable que es la vida. Me he quedado mezclado con tu esencia y ahora he de dejarte ir.
Cuando la escarcha comienza a cubrir las capas más superficiales del sentir, la razón comienza a languidecer hasta que la vida, aun estando vivo, deja de existir.
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