Pasan los días inevitablemente, como cuando caen las hojas en otoño, y poco a poco el frío y el invierno me van calando hasta el motor del cuerpo. Quieres ser mi amiga, y yo te digo que el calor de la amistad no es suficiente para que me vuelva inevitablemente a quedar helado.
También se va congelando tu recuerdo, que como ya no es tan claro como el agua, se va hundiendo poco a poco en el mar de mi memoria como todas las cosas densas lo hacen en un fluido permeable que es la vida. Me he quedado mezclado con tu esencia y ahora he de dejarte ir.
Cuando la escarcha comienza a cubrir las capas más superficiales del sentir, la razón comienza a languidecer hasta que la vida, aun estando vivo, deja de existir.
Hoy recibí un mensaje suyo. Quiere que seamos amigos, pero toda esta situación se me queda tan grande que no me cabe dentro y no sé cómo desenvolverme con ella. Tu me quieres como amigo, y yo como algo más.
Siento que tus recuerdos me abandonan poco a poco. Quizás porque mi consciente los oculte para que no me dañen, quizás por el irremediable paso del tiempo. Poco a poco vas saliendo de mi rutina. Al cabo del día me pregunto cómo irás vestida y si te habrás puesto ese carmín que me encantaba, pero ¿para qué? ¿qué esperanza me aguarda de encontrarte? Si te veo mis labios se marchitarán de amargura al no ser besados. ¿Y de qué te hablaré? ¿De cómo he malgastado el tiempo construyendo sueños y castillos imaginarios?
Tu calle volverá a ser para mi otra calle cualquiera, y tu casa, un espacio habitable sólo en mi imaginación. Nos olvidaremos hasta volver a ser dos desconocidos, y olvidando dejaré marchar a la mitad de mi alma.
Y a veces te imagino como a mi, acariciando tu foto en el teléfono que es lo más parecido al recuerdo del tacto de tu piel que me va quedando. Mal por quererte volver a ver a sabiendas de que es un imposible, prefiero que no lo hagamos si no lo sientes y necesitas como yo. Quizás para ti haya sido sólo otro charco en el camino, para mi el mar más extenso que he de cruzar y en el que me hundo y ahogo si pienso en ti.
Sé que hago mal reteniéndote en mis pensamientos, pero ¿qué quieres que haga? No todos tocan una estrella con sus manos y al día siguiente se olvidan así como si nada. Me apeno pensando que tu brillo ilumina cada día menos la oscuridad de este vacío.
Durante estos últimos días me siento ahogado. Pero no es algo subjetivo, es algo que me ocurre en realidad. Respiro con dificultad, me cuesta tragar... Hay veces que me siento como si me hicieran un zoom desde arriba al infinito. Me ahoga mi insignificancia. No somos nada.
¿Por qué me siento asfixiado? ¿Por qué estoy tan perturbado? Cada vez que pienso en ti todo esto se me acentúa. Me vuelvo loco cada vez que pienso que tu no te acuerdas de mi, que seguirás haciendo tu vida como si estos 2 meses para ti no hubieran significado más que tiempo en tu diario.
Me sigo ahogando. Respiro con dificultad, aparto tu imagen de mi consciencia, y la sensación sigue ahí. Ahora entiendo lo que se siente cuando se ha perdido la más maravillosa de tus conquistas.
Estoy tan inquieto que me voy a salir de mi cuerpo. La realidad me sobrepasa y creo que en uno de sus sobresaltos moriré ahogado.
Cada día que pasa sé menos lo que siento. No sé si la decisión habrá sido la acertada. No sé si quiero seguir así, sin tenerte en mi vida. Sin poder quitarte de mis pensamientos. He caído atrapado en el agujero negro de tu persona y de nada cabe resistirse a una de las mayores fuerzas de atracción de la naturaleza.
Aprendiendo por la web veo que nuestra intuición no es tan irracional. Que los mayores niveles de raciocinio se manifiestan en intuiciones, y la intuición hizo que mis ojos se sintiesen irresistiblemente atraídos hacia ti.
La primera vez que te vi sentí la emoción de haber encontrado el mapa de un tesoro. La deriva del mar de vida hizo que las olas me llevasen a una pequeña cala de una maravillosa isla, y comencé entusiasmado a explorar sus más recónditos recovecos. Me enamoraba cada uno de sus rincones, de sus pequeños detalles, del brillar de algunas de sus conchas varadas en la arena, del sonido que sus susurros causaban al acariciar la desgastada roca... Todo era inimaginablemente bello. Me sentía genial. Durante un tiempo incluso me olvidé de la búsqueda del tesoro -que era lo que me había llevado allí- y me limité a descubrir. Llegó un momento en que aquella cala se me fue haciendo cada vez más pequeña, y recordé el motivo de mi porqué allí. ¡¡Estaba buscando un tesoro!!, y el tiempo había transcurrido tan rápido embriagado de todo lo maravilloso de aquel sitio que me olvidé de su existencia. No era capaz de distinguir el concepto de días, horas, segundos... tan sólo había instantes como en una fotografía felizmente enmarcados.
Al intentar adentrarme más en la isla di con una gran y espesa jungla de manglar. Después de divagar perdido durante días aun a riesgo de no conocer con certeza a dónde me llevarían mis pasos, volví a la cala. Calculo que no pude avanzar mucho. La isla es gigantesca y es todo acantilados salvo aquella pequeña cala. Me siento frustrado, porque sé que hay muchísimo que me pierdo al no ser invitado a pasar. Quizás no esté preparado o no sea el momento. Lo mejor que puedo hacer es volver al mar y poner rumbo a un nuevo destino que me haga distraerme de tu ausencia y si algún día vuelves a tropezarte conmigo, intentarlo de nuevo si es que la situación es favorable.
Iluso de mi, creo adivinar que no será la última vez que nuestros cuerpos se encuentren -ya que en sueños me acompañas y al alba me arrulla tu ausencia. Deseo que pase. Me niego a pensar que no será así. Me está resultando muy difícil el dejarte marchar, el vivir con tu ausencia permanente y un muro que nos separa al que de vez en cuando me empino para saber de ti, y del que al bajar siempre me lastimo y vuelvo dañado.
He de iniciar algún proyecto que me mantenga ocupado.
Hoy soñé contigo. Me dormí a las 10 a.m y me encontré en tu salón, contigo dirigiéndote hacia mi con las manos estiradas hacia el infinito con la intención de darme un grandioso abrazo. Te pude sentir, porque me estremecí en la cama en un escalofrío de felicidad. Incluso lloré.
Mientras me abrazabas me decías que toda esto había sido un error, que me querías y que no podías vivir con la idea de estar sin mi. Después me besabas y me abrazabas como si fuesen los últimos minutos que nos quedasen en este mundo.
Ha sido todo tan real y tan bonito que aun ahora recordándolo siento las lágrimas recorrer mis mejillas en su peregrinar hacia el suelo.
Después ya no recuerdo nada más.
Sé que todo esto no ha terminado aquí y me engaño pensando que el destino hará que nuestras vidas se vuelvan a cruzar. Es así como lo siento.
Te quería borrar de mi vida, pero ya forma parte de todas las cosas buenas que hay y no había en mi persona, y liberarme de ellas sería como involucionar. Contigo crecí y aprendí más de lo que la escuela, instituto, universidad y vida intentaron en vano enseñarme, y creo que es lo que enganchó a tu vida. No sé por qué funesta fuerza me atraes como la luz a los insectos aun a sabiendas que es mi muerte mi sino, pero creo en la vida en el amor, y si he de morir de amor, acataré mi destino.
Sueño y añoro ese futuro que nos haga tropezar. Ojalá pudiera acelerar el tiempo para estar junto a ti.
El nosotros nunca más nos volverá a unir a ti y a mi en una acción conjunta. Me mataste dejándome, y yo al machar por la puerta del edificio te había matado a ti también. Morimos de amor, por amor, y en el amor. Ojalá el destino no te haga nunca volver a mirar atrás y ver lo que dejaste, porque como yo te quise, te quiero y te querré habrá pocas personas que lo lleguen a hacer, aunque para ti ya esté muerto, y me cabría pensar casi que enterrado antes de que me hubieras matado en aquel último y fulgurante beso.
PD: lo de muerto y matar es simple dramatismo literario, odio la violencia.
Anoche pasé frío y me
desenamoré un poco. Anoche pasé
frío y fui poeta. Anoche, mientras mi
carne se helaba y mi alma en mi cuerpo se
escondía, vi como mi amor para ti era un
juguete pasado ya de moda que ya nada
valía. Cualquier amanecer echarán
al viejo juguete de mi amor a un carro de basura,
y alejándose en la amarga soledad
oirá al carretero dar palos a su mula que
todo se lo da por un poco de paja y, a veces,
pochas uvas.
Y estaré allí donde ya nada vale nada hasta que algún día una dulce
gitanilla, con mocos y pecas en la cara, limpie
con su manga grasienta la suciedad que la
sociedad pegó a mi alma; y volveré
a ser un juguete reluciente de amor y de
alegría.
¡Que importa que me engañes si luego
me sonríes! ¡Qué importa ser
poeta o ser basura! Anoche pasé
frío en el cuerpo y en el alma... Anoche
pasé frío y quedó mi libertad
de amor helada.
- Extrechinato.
Que lento se mueve todo lo que me rodea, y yo viajando en un auto desbocado a gran velocidad por la soleada carretera de mi pensamiento. Tengo la sensación de estar ganando tiempo cuando me gustaría sentir que lo estoy viviendo. Sólo han pasado 3 días, y ya me parecen 3 meses, cuando no hace ni una semana me estaba ahogando en el tranquilo lago formado por el deshielo de las nieves que no dejaban cerrar la puerta del corazón.
Me desperté sobresaltado. El sonido del teléfono que me anunciaba los buenos días y me ayudaba a superar ese trauma, que es salir de la cama cuando todo está frío, traía nuevas de nuevo. Y no podía ser más que tu, porque nadie más me habla por ahí. Así que como impulsado por el muelle de la esperanza, como antaño, salté de la cama, cogí el teléfono, y SÍ, eras tu, pero no con las nuevas que me hubiese gustado oír, más bien con algo que venía a reavivar la hoguera de mis pequeños tormentos. Querías devolverme todo lo que dejé olvidado en tu casa el día que salí para probablemente no volver a entrar jamás. No hubo tiempo ni para despedidas, el huracán de la tristeza me arrebató de tu vida con la rapidez de un tornado y con un sólo beso en la mejilla para toda la posteridad. También quedaron en el asiento de mi coche las flores que un día corté con toda la ilusión del mundo para ti, y que ya nunca recibirás.
Lo que me entristece realmente es que no supe -o no existe manera humana- para agradecerte todo lo que he sentido habiendo compartido tan poco tiempo contigo. Ese es el mayor de mis sufrimientos y frustraciones. Tengo mono de ti. Tengo mono de la dicha que me hiciste sentir.
Parece que las fuerzas con las que comencé esta gesta sólo me generan déficit...
De nuevo me levanté pensando en ti. ¿Dónde estarás? ¿Me habrás echado de menos? Tengo que quitarme esta maldita costumbre. Los ánimos y las fuerzas con las que ayer manejaba la situación se han quedado en la cama.
No pude evitarlo, me colé en tu Facebook y estuve viendo tus fotos. Menuda droga he conocido yo en ti. El estado febril en que me encuentro me hace delirar, y creo que esta noche soñé que me visitabas para cubrirme con tus besos.
1. "La persona que llega es la persona correcta".
Es decir, nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están ahí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.
2. "Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido".
Nada, pero nada, absolutamente nada que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: "si hubiera hecho tal cosa... hubiera sucedido tal otra...". No, lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.
3. "En cualquier momento que comience es el momento correcto".
Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.
4. "Cuando algo termina, termina".
Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.
Me hubiera gustado que me hubieses brindado la oportunidad de hacerte la persona más feliz de este mundo, hay tantas cosas que no he tenido tiempo de mostrarte, que quedarán todas ellas apiladas en el rincón de los abrazos, caricias y besos que no se dan, olvidados, rotos...
El punto final de esta historia se veía venir, y yo como espectador de una buena película, no terminaba de asumir que ya estaba en los créditos. ¡¡Equipo de demolición a la azotea!! Hay un montón de sueños, proyectos e ilusiones que destruir. Por más fuerte que lo desee nuestros caminos comenzaron a divergir unos pasos atrás, tanto, que la distancia que nos separa no nos permite el tocarnos. No volverás, ni yo volveré.
Me prometo a mismo no hacer de esto un drama, pero la función ya ha comenzado en mi sentir, y como dice la famosa canción: Show must go on.
Quizás sin ser conscientes hayamos tomado la decisión más sensata, pero para mi desde luego ha sido la más dolorosa y la más difícil de tomar.
Sufro al pensar que no te volveré a tener enroscada junto a mi en la cama, que mis caricias no podrán saciar el picor de tu piel, que no veré de nuevo esos labios sonreír por mi, ni por mi ni por nadie, porque no te volveré a ver, nunca podré ser tu amigo, ¿no lo entiendes? Me volvería a enamorar de ti. Me tienes loco, y la locura me va arrebatando la vida poco a poco.
Mi razón te comprende, pero mi sentir está roto, loco, triste, y especialmente apagado hoy. Hubiera apostado la cabeza por nosotros, y al final he terminado perdiéndola.
Tampoco me arrepiento. Contigo he aprendido más de lo que tu creerías haberme enseñado. Pero hay cosas que nunca se aprenden -o al menos yo nunca he aprendido- y es eso de no poner nunca tu felicidad en manos de otros, pero en mi caso no lo puedo evitar. En estas horas tristes que me ha tocado vivir, iré llamando a los bomberos para que empiecen con sus bombas a achicar todo el dolor que me inunda por dentro, y mientras tanto, desahogaré mis penas escribiendo y recordando algo que pudo y no ha sido. Aunque no lo escuches ni lo sientas, te quiero, y te he querido tanto, que no sé si podré acabar con el mal trago de esta turbia botella de amor que me ha emborrachado. Sólo el llanto podrá limpiar mis ojos para que pueda ver más claro el camino.
Esta mañana me he levantado especialmente derrotado. Esa sensación de que todo se está yendo a tomar por culo no abandona mi pensamiento. ¿Por qué no necesitarás tu un simple gesto de: eehh!! Que estoy de aquí y me he acordado de ti como necesito yo?? Pasan la horas y no sé nada de ti, aun no han pasado los días sin tener noticias tuyas, pero pasarán, y tendré que aprender a convivir con ello, por más que me duela en todo mi ser, tendré que aprender a vivir sin ti, buscarme otros sueños, otras metas por la que vivir.
Aun no estoy sólo pero ya me siento así. Todo es cuestión de tiempo, esa maldita dimensión que nos trae a todos de cabeza. Algo que no queremos que se nos agote y de lo que no disfrutamos viendo su pasar cuando extrañamos esa añorada felicidad.
Existe una maldición musulmana: Ojalá te enamores (no he encontrado la transcripción) cuyo significado es algo ambiguo. ¿¿Cómo puede equipararse el amor a una maldición si todos aquellos que han sido tocados por él dicen haber sido colmados de felicidad??
Como no hay mal que cien años dure, el amor se termina apagando. Una hoguera ardiente al principio, un pequeño resquemor de ascuas al final. Y todo lo que antaño era felicidad ahora nos causa tremendo dolor.
Ésto último también forma parte del amor. El DOLOR. Un dolor que no se siente físicamente pero que te asfixia, te oprime el pecho, te va devorando desde dentro, un deseo aun no alcanzado por nadie, una situación incómoda, improvisadas sonrisas interrogantes con un ¿¿Qué...?? Yo tampoco sé cómo hemos llegado a esto. Un tremendo vacío sin nada con que llenar. Un frío espacio, oscuro, anidado de telarañas a la caza de una ingenua esperanza o una pequeña llama que ilumine y nos de un poco de calor.
El amor también puede doler, y cuando se vive intensamente, puede doler hasta morir.
Cada día que paso sin ti es un eslabón que se quita y una espina que se añade
No te entiendo. ¿Si no te apetece el verme o estar conmigo para qué me citas? Sabes como soy. No puedo evitar el estar comiéndote a besos y sintiendo el roce de tu piel con la mía (de cualquiera de las 1001 formas que existen). Eres la mayor de mis alegrías cuando te veo, y el peor de mis tormentos cuando te marchas o cuando estás apagada. Sufro cuando no sonríes, cuando no brilla tu mirada, cuando siento que nos distanciamos porque no tenemos nada que compartir. Esos interminables silencios sin caricias ni besos pueden conmigo, lo reconozco. Tengo necesidad de fundirme contigo, de contagiarte esta alegría y ganas de vivir, este inmenso bienestar que produces en mi cuando estás bien. Hay días en que me pregunto si no habremos pasado de un tímido amor a un fuerte geniales amigos. Intento cambiar, no exigir, disfrutar y ser paciente, no hacer cosas que te puedan molestar. Me reprimo. Realmente yo no soy así. Me encantaría cubrirte con mi esperanza, ilusión y cariño, tocarte, escucharte, pero la situación es fría, te noto incómoda... Entonces ¿para qué quedas conmigo? Si no sientes esas ganas que yo tengo de compartir e intercambiar, ¿Por qué me llamas? No tienes ninguna obligación. Realmente no me apetece estar contigo cuando te siento distante, cuando ni tus manos ni tus labios quieren contacto con mi piel. Así me terminarás aborreciendo, créeme. El amor no es algo que crece o aparece así espontáneamente ni se puede forzar. ¿Quién te ha robado la felicidad, la chispa, que hizo que me quedase colgado por ti? Creo que soy yo el que está asfixiando tu llama. Otro de los innumerables problemas con los que nos ahoga la vida, y no pequeño. Hay cosas que no me puedes pedir, como dejar de pensar en ti, como el de sentir una inmensa alegría cuando quieres verme, como estar muriendo de ganas de hacerte feliz, porque así ya no sería yo.
Y un arcoiris de felicidad recorre mi ser. Sé que no debería ser así, que mi felicidad debe depender única y exclusivamente de mi ser, pero el sueño de tu alcoba ha sido la mejor enfermera para mi maltrecha armonía. Los días como éste deberían durar eternamente, pero por desgracia los buenos momentos pasan volando haciendo que cuando volvamos a tierra los veamos allí arriba deseando volver a alcanzarlos, deseando lo que el ser humano ha deseado desde sus orígenes, poder volar hacia la felicidad.