Bendita enfermedad
esta del amor sin cura, píldoras mágicas ni prescripción médica. De la que uno
se contagia en el momento inimaginado, de duración variable -con casos en los
que uno nunca se recupera- y de rehabilitación dura.
Remueve, reestructura, desestabiliza y remodela nuestro yo. Truca la balanza de nuestros juicios.
Intermedia en creencias, asunciones …
Edulcorante inductor de las más febriles locuras,
dicotomías, pensamientos y sentimientos contrapuestos. Apertura y aceptación a
la vulnerabilidad, al ser heridos, a sentirnos un poquito más frágiles evitando
volverse demandantes dependientes.
Curioso tema para un manual de psicología, roca golpeante en
pensamientos de filósofos, caso para la
neurociencia y quizás sociología.
By Anticronista
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