viernes, 6 de septiembre de 2013

Incierta inseguridad de viernes

Esta tarde el monstruo del miedo a perderte se ha atrincherado en mi mente y me está haciendo la guerra. Y sé que es absurdo. Que no te poseo, que no eres mía. Pero a pesar de ello ese miedo sigue ahí. Y sé que sigues conmigo por tu propia decisión, y que nada te ata o te obliga a estarlo.
Qué curioso y contradictorio es esto del amor…
Lo mismo te transporta a ser el más dichado, como te condena a la peor de las torturas, y no por eso resulta menos placentero.
Te conozco, y cuanto más te conozco más me gustas, y cuanto más me gustas más te quiero conocer, y al mismo tiempo crece en mi el miedo al desconocimiento.
La curiosidad mató al gato, y después al humano.
Hay cosas que es mejor desconocer.
Hay ladrones capaces de abrir cualquier cerradura,
así como llaves en manos de maestros que también lo pueden hacer.
Si tu querer no tiene único dueño.
Cómo asegurarme que no nos vamos a perder….

Hoy, sin saber por qué, me desperté junco. Frágil observante a orillas de la rivera del arroyo de vida. Bien seguro de la incertidumbre de mi capacidad de aplacar el voraz apetito de ese monstruo que hay que alimentar día tras día, y del cual quizás no queden las suficientes reservas para mañana. Corredor de una carrera al que pueden sobrepasar en cualquier momento unos metros antes de la meta. Frágil contigo y hueco sin ti. Junco a la merced del viento. Incompleto e imperfecto en tu a veces ausente presencia. Incapaz de llenar todo el inmenso hueco de tu persona. Y todo ello me asusta porque me llevaría a estar vacío de nuevo sin ti.