Esta tarde el monstruo del miedo a perderte se ha
atrincherado en mi mente y me está haciendo la guerra. Y sé que es absurdo. Que
no te poseo, que no eres mía. Pero a pesar de ello ese miedo sigue ahí. Y sé
que sigues conmigo por tu propia decisión, y que nada te ata o te obliga a
estarlo.
Qué curioso y contradictorio es esto del amor…
Lo mismo te transporta a ser el más dichado, como te condena
a la peor de las torturas, y no por eso resulta menos placentero.
Te conozco, y cuanto más te conozco más me gustas, y cuanto
más me gustas más te quiero conocer, y al mismo tiempo crece en mi el miedo al
desconocimiento.
La curiosidad mató al gato, y después al humano.
Hay cosas que es mejor desconocer.
Hay ladrones capaces de abrir cualquier cerradura,
así como llaves en manos de maestros que también lo pueden
hacer.
Si tu querer no tiene único dueño.
Cómo asegurarme que no nos vamos a perder….
Hoy, sin saber por qué, me desperté junco. Frágil observante
a orillas de la rivera del arroyo de vida. Bien seguro de la incertidumbre de
mi capacidad de aplacar el voraz apetito de ese monstruo que hay que alimentar día
tras día, y del cual quizás no queden las suficientes reservas para mañana.
Corredor de una carrera al que pueden sobrepasar en cualquier momento unos
metros antes de la meta. Frágil contigo y hueco sin ti. Junco a la merced del
viento. Incompleto e imperfecto en tu a veces ausente presencia. Incapaz de
llenar todo el inmenso hueco de tu persona. Y todo ello me asusta porque me
llevaría a estar vacío de nuevo sin ti.